martes, 15 de diciembre de 2009

Discurso íntegro de Calderón sobre su propuesta de reforma política

El mandatario federal presentó esta mañana un decálogo de iniciativas en materia de reforma política para ser estudiada por el Congreso.

Muy buenos días.
Amigas y amigos de los medios de comunicación.
Los he convocado para dar un anuncio que es de la mayor relevancia para la vida institucional del país.
El pasado 2 de septiembre, como ustedes saben, propuse una agenda de cambios para transformar a México. En esa ocasión afirmé que no podemos permitir que la grandeza del país, que está en su gente, en sus recursos, en su historia, se quede, finalmente, frustrada en sus posibilidades, porque la falta de visión de los actores políticos nos impidiera ponernos de acuerdo para cambiar y acerca de cómo cambiar al país.
Y para lograr esos acuerdos, planteé la necesidad de emprender varias reformas, entre ellas una Reforma Política de fondo. Claramente, las reformas de los últimos 15 años sí han permitido una mejor relación entre los actores políticos, es cierto, para vivir y para actuar en democracia, pero no se han traducido en condiciones que garanticen gobiernos más eficaces, que rindan mejores cuentas o que faciliten la construcción de acuerdos para impulsar reformas de fondo para México, más allá de los intereses meramente electorales de los partidos.
Los ciudadanos no están satisfechos, hay que reconocerlo, con la representación política y perciben una enorme distancia entre sus necesidades y la actuación de sus gobernantes, de sus representantes y de los políticos.
De ahí la urgencia de plantear cambios, a fin de que nuestro sistema político sea un espacio adecuado para procesar conflictos, para traducir en acciones públicas el mandato de la sociedad y, precisamente, para que el mandato de los ciudadanos en la representación política se pueda ejercer de mejor manera y mucho más cercana a su voluntad y a sus decisiones.
En esencia, hay que pasar, como lo he dicho, del sufragio efectivo a la democracia efectiva.
Con esta visión, hoy propongo al Poder Legislativo una muy importante reforma, cuyo eje ordenador es que el ciudadano participe y perciba que sus órganos de representación están más atentos a sus demandas y necesidades; que quien los representa se preocupe, verdaderamente, por responderle al ciudadano.
Que quien ejerza el poder se someta, de manera más clara y más contundente, a la opinión de los electores.
El ciudadano deberá ser quien premie el buen desempeño o quien castigue un ejercicio irresponsable o insensible del poder.
La idea es darle más poder al ciudadano, darle mayor capacidad para determinar el destino de la vida pública y fortalecer así nuestra democracia.
Entre las propuestas que presentaré hoy al Congreso de la Unión están las siguientes:
En primer lugar. Se propone dejar en libertad a las Legislaturas Locales y a la Asamblea del Distrito Federal para poder establecer la elección consecutiva de los Alcaldes y demás miembros de los Ayuntamientos, así como de los Jefes Delegacionales en los Estados de la República Mexicana y en los Municipios.
Con ello, aumentaría la calidad de la gestión municipal, porque, por una parte, daría a los Alcaldes, Regidores y Jefes Delegacionales una mayor capacidad de gestión, mayor tiempo para impulsar programas de Gobierno de largo aliento, como deben ser los programas de infraestructura o las reformas integrales a los cuerpos policiacos en esas demarcaciones.
Asimismo, se fortalecería la rendición de cuentas, porque los funcionarios que deseen continuar en su encargo tendrán que justificar con acciones, con trabajo y con rendición de cuentas ante los ciudadanos, quienes a través de su voto podrán premiar o castigar su desempeño.
El que gobierne bien que siga en el cargo y el que gobierne mal o mediocremente, que se vaya.
Esta propuesta establecería un límite hasta por un periodo de 12 años, en los plazos que establezcan las Constituciones locales.
Es en el ámbito local donde más importante resulta tener un vínculo entre ciudadanos y gobernantes. Y es por eso, que es ahí donde el principio de elección consecutiva tiene un mayor beneficio para el ciudadano y para la legitimidad del sistema político.
En todo el mundo democrático, los ciudadanos se mantienen atentos a lo que ocurre con sus autoridades locales, porque es la instancia de gobierno más cercana, precisamente, a los gobernados.
Si los miembros del Cabildo están preocupados por la opinión ciudadana, porque de ello depende su futuro, tendrán incentivos para mejorar su desempeño.
Buena parte del problema de insatisfacción ciudadana con la democracia tiene que ver con que los votantes no tienen una manera efectiva de manifestar su desaprobación con gobernantes que no les han cumplido, de la misma manera que no pueden reconocer y premiar a quienes han tenido una buena gestión y que, a pesar de ser buenos gobernantes, tienen que dejar el cargo, necesariamente.
Por ello, es importante enfrentar el futuro de nuestro sistema político, confiando en los ciudadanos y en su capacidad de decisión, ampliando sus derechos y multiplicando las opciones con que llegan a la decisión electoral, tal como ocurre prácticamente en todas las democracias avanzadas del mundo.
En segundo lugar. Se propone también permitir la elección consecutiva de legisladores federales en periodos que tengan un límite hasta de 12 años. Es decir, en cada elección de Congreso, los ciudadanos podrán decidir con su voto si los legisladores que han cumplido adecuadamente la tarea que les fue encomendada, se quedan y siguen representándolos o se van del Congreso.
Los medios, los ciudadanos y los propios actores políticos pondrán especial atención al desempeño de los legisladores, ya que con esta propuesta se fortalece la capacidad del ciudadano para vigilar y evaluar el trabajo de sus representantes, al colocar la gestión de quien ocupa el cargo en el centro de la contienda electoral.
Con ello, se recupera para los ciudadanos un poder que les había sido negado desde 1933, ya que debemos recordar que el Constituyente de 1917 no restringió la posibilidad de la elección consecutiva de los congresistas.
Además, se busca elevar la profesionalización y la especialización de los legisladores, en la medida en que su permanencia en el Congreso les permitirá profundizar su conocimiento sobre las materias en las que legislan.
Por las mismas razones y con un espíritu federalista, la propuesta deja en libertad a los Poderes Legislativos locales para que decidan también sobre la elección consecutiva de sus integrantes, si así lo estiman conveniente.
En tercer lugar. Se propone reducir el número de integrantes en el Congreso, tanto de la Cámara de Diputados, como de la Cámara de Senadores. Esto, con el propósito de dar mayor eficiencia al trabajo legislativo y reconocer la exigencia ciudadana de evitar un uso dispendioso de sus recursos.
En lo que respecta al Senado. La propuesta consiste en devolverle su sentido original, como órgano encargado de velar por los intereses de cada una de las entidades federativas de manera homogénea y paritaria, al eliminar los 32 escaños que son electos de una lista nacional y manteniendo tres senadores por entidad, para un total de 96 senadores.
Asimismo, la fórmula que propongo otorga al ciudadano la libertad de decidir con su voto qué Senador debe representarlo, incluso dentro de las listas de los partidos políticos; es decir, la fórmula propuesta otorga al ciudadano la libertad de favorecer con su voto a un Senador de entre tres, registrados en las listas presentadas por cada partido político.
Los ciudadanos emitirán un voto que definirá cuántos escaños, cuántos senadores obtiene cada partido y quiénes tienen preferencia para ocuparlos; es decir, la decisión de quién encabeza, a final de cuentas, la representación en el Senado de la República será, en última instancia, del ciudadano, más que del partido político.
Por lo que hace a la Cámara de Diputados. Se propone reducirla de 500 a 400 diputados; 240 electos por el principio de mayoría relativa y 160 por el de representación proporcional.
Esta Reforma facilitará la construcción de acuerdos y permitirá una toma de decisiones más rápida y efectiva en beneficio de los ciudadanos. Ello contribuirá a superar la parálisis legislativa, además de generar ahorros presupuestales.
En cuarto lugar. Se propone aumentar el mínimo de votos necesarios para que un partido político conserve su registro y acceda al financiamiento público. Se pasaría del dos por ciento actual a un cuatro por ciento, con el fin de garantizar una mayor representatividad social de los partidos políticos como entidades de interés público que reciben cuantiosos recursos del erario.
En quinto lugar. Propongo incorporar la figura de Iniciativa Ciudadana. Nuevamente, la reforma busca ampliar las libertades y garantías políticas de los ciudadanos.
Buscamos así, que éstos puedan incidir directamente en el proceso legislativo, ya que tendrán la facultad de proponer iniciativas de ley ante el Congreso de la Unión sobre los temas que son de su interés y que no necesariamente se encuentran en la agenda legislativa.
De esta manera, se abre la puerta para que la participación de los ciudadanos en los asuntos públicos vaya más allá de la mera elección de autoridades.
En sexto lugar. Otra reforma que propongo, también para ampliar los derechos de los ciudadanos, es incorporar la figura de las candidaturas independientes a nivel constitucional para todos los cargos de elección popular.
Se trata, insisto, de ensanchar las vías para que la participación activa de los ciudadanos en la definición de los asuntos públicos sea una realidad, al tiempo que se amplían los mecanismos para hacer efectiva la garantía constitucional de todos los ciudadanos a ser votados.
Debemos reconocer la insatisfacción, que existen para muchos ciudadanos los mecanismos de inclusión y representación puestos en práctica por los partidos políticos. Sin demérito de la necesidad de un régimen de partidos fuertes, es importante también establecer condiciones que permitan la participación directa de ciudadanos a través de candidaturas independientes, si así lo deciden.
Por eso, esta iniciativa reconoce que la construcción del bien común no se agota en la representación partidista, sino que se complementa, sin excluir aquella, con la representación independiente.
Lo que la iniciativa promueve es que los partidos hagan un mayor esfuerzo para responder a las demandas de los ciudadanos y acercarse a ellos.
En séptimo lugar. Se propone adoptar un sistema de elección por mayoría absoluta con segunda vuelta electoral para la elección de Presidente de la República; es decir, será electo Presidente el candidato que en la primera vuelta obtenga más de la mitad de los votos emitidos, y si ningún candidato obtiene la mayoría absoluta, pasarían a segunda vuelta los dos que hayan obtenido el mayor número de votos.
Con esta propuesta se asegura, por una parte, que gane quien tenga el mayor apoyo, contribuyendo a generar un mandato más claro.
Pero algo también importante, es darle al ciudadano mayores opciones para seleccionar, de entre las propuestas más viables, a quien sean, precisamente, las más cercanas a sus ideas o a su pensamiento.
Se trata de que el ciudadano pueda, verdaderamente, una vez hecho un primer proceso electivo, poder perfilar entre quienes pasen a la segunda vuelta sus preferencias más claras respecto de quién deba ser Presidente de la República.
Adicionalmente. Propongo que la segunda vuelta electoral presidencial se realice en la misma fecha que la elección legislativa, a fin de permitir que los votantes decidan sobre el futuro del Congreso; es decir, sobre la elección de diputados y senadores, y considerando la propia decisión del Poder Ejecutivo, del balance entre ellos y de la manera en que debe darse mayor certidumbre a la integración del poder.
En octavo lugar. La reforma propone reconocer a la Suprema Corte de Justicia de la Nación la atribución para presentar iniciativas de ley en el ámbito de su competencia.
La Suprema Corte tendría así la capacidad para mejorar el funcionamiento del Poder Judicial y la posibilidad de incidir directamente en mejoras a la normatividad en materia de medios de control constitucional, como el amparo, las controversias constitucionales y las acciones de inconstitucionalidad.
El perfeccionamiento de estas normas se vería reflejado en una mayor eficiencia del Poder Judicial.
En noveno lugar. Proponemos facultar al Poder Ejecutivo para que pueda presentar al inicio de cada primer periodo ordinario de sesiones dos Iniciativas Preferentes, que deberán dictaminarse y votarse por el Congreso antes de que concluya dicho periodo.
En caso de que el Congreso no dictamine y no vote, en consecuencia, sobre la iniciativa en cualquier sentido, ésta se consideraría aprobada.
Las iniciativas de reforma constitucional presentadas bajo este procedimiento serían sometidas, en caso de que no exista decisión en un sentido o en otro por el Congreso, a un referéndum, para que sea, precisamente, el ciudadano el que decida sobre la eventual aprobación constitucional.
Una mecánica así, establecería mayorías y requisitos de participación y de voto análogos a los que se establecen actualmente en la Constitución para la aprobación de una Reforma constitucional. Es decir, el referéndum implicaría, entre otras cosas, que fuese aprobada la reforma constitucional por dos terceras partes de los ciudadanos participantes y por más de la mitad de los ciudadanos en la mayoría de las entidades de la República.
Con la Iniciativa Preferente, buscamos agilizar la respuesta del Congreso a las prioridades de la Agenda Nacional; que claramente se discuta en la arena pública los temas medulares y más importantes para la ciudadanía y para la transformación del país.
No se trata de una reforma que castigue o disminuya las facultades del Congreso, sino que precisamente, una reforma que permite jerarquizar la Agenda Nacional y que, en todo caso, lo que sanciona es la inacción, la falta de discusión, la falta de debate y la falta de decisión.
Finalmente. El décimo elemento de la reforma. Es una propuesta para establecer de manera expresa en la Constitución, la facultad del Ejecutivo Federal para presentar al Congreso observaciones parciales o totales a los proyectos de ley aprobados por el Congreso, así como al Presupuesto de Egresos de la Federación.
Se propone, precisamente, un proceso de legislación y de promulgación que responda al necesario equilibrio de poderes y que permita un diálogo y una interacción constructiva entre el Poder Legislativo y el Poder Ejecutivo.
Con esta propuesta, además, se busca dar certeza al funcionamiento de las instituciones del Estado y evitar riesgos en la conducción de las finanzas públicas del país, estableciendo, entre otras cosas, la figura de reconducción presupuestal y reconducción de la Ley de Ingresos, en caso de falta de decisión, nuevamente, en el Congreso, de estas materias tan importantes.
Señoras y señores:
En el pasado los mexicanos hemos sido capaces de lograr grandes acuerdos para crear nuevas reglas e instituciones, que abrieron la puerta a las libertades ciudadanas y la pluralidad política.
Hoy tenemos la oportunidad de demostrar, una vez más, nuestra capacidad para cambiar lo que no está funcionando y mejorar lo que sí funciona, para construir instituciones más cercanas a los ciudadanos, que respondan a sus demandas.
Estas propuestas forman una primera parte de un paquete integral de Reforma Política, que hoy presento al Congreso de la Unión en cumplimiento de mi compromiso. Esperaré también a las consideraciones que en términos de ley presentará, seguramente, el Instituto Federal Electoral, en las que emite sus opiniones, observaciones y conclusiones del proceso electoral pasado, donde seguramente habrá recomendaciones valiosas que serán consideradas por el Poder Ejecutivo, a mi cargo, a fin de ampliar en las semanas subsecuentes con otras iniciativas de ley, la reforma que hoy estoy proponiendo al Congreso de la Unión.
Los cambios que hoy sometemos a la consideración del Legislativo representan la transformación más profunda que se haya planteado para las instituciones representativas y de Gobierno en mucho tiempo; recogen la experiencia y propuestas de cientos de voces sobre el futuro de nuestro sistema político y las integran en una propuesta coherente, que busca crear una nueva relación entre los Tres Poderes de la Unión, entre los distintos órdenes de Gobierno y entre las autoridades y la sociedad.
Propongo esta reforma con la convicción de que en el desarrollo de nuestra democracia el siguiente paso es abrir las puertas a los ciudadanos, a su iniciativa, a su capacidad de decisión y a sus candidaturas.
Se trata de fortalecer nuestro sistema de partidos, pero a la vez, fortalecer la expresión y la decisión ciudadana, y no cerrar los espacios a la voz y a la participación de los electores.
Propongo la reforma, convencido de la necesidad de fortalecer al Legislativo como instrumento de control y decisión de los ciudadanos; de mejorar, además, la relación entre Congreso y Ejecutivo, dotando a éste último de instrumentos básicos que todo régimen de separación de poderes contemple.
Propongo, además, esta Reforma en la idea de que no debe ser la parálisis en la decisión y en la conducción de la Agenda Nacional la respuesta a las exigencias de los ciudadanos.
En fecha próxima, como he dicho, este proyecto será ampliado con propuestas complementarias que atenderán otros retos que enfrentan las instituciones democráticas del país y señaladamente, los procesos electorales.
Desde aquí hago un llamado respetuoso al Constituyente Permanente para que analice, discuta y si así lo tiene a bien, apruebe en su caso este conjunto de iniciativas, que marcarán, sin duda, un punto de inflexión en el devenir político del país.
Sé que sí es posible cambiar las cosas. Que sí es posible ajustar las instituciones representativas y de Gobierno a la nueva realidad democrática del país. Que sí es posible que la política deje de ser sinónimo de conflicto y de parálisis, y se convierta en un instrumento de cambio al servicio de la sociedad.
Sí es posible cerrar la brecha entre política y ciudadanía; que sí es posible que construyamos, entre todos, una democracia con instituciones más sólidas, que rindan mejores cuentas, que sean más efectivas y más representativas.
En síntesis, reafirmo mi convicción de que sí es posible transformar a México.
Hoy propongo transformarlo en sus instituciones políticas más importantes.