viernes, 5 de marzo de 2010

Palabras del Presidente de los Estados Unidos Mexicanos, licenciado Felipe Calderón Hinojosa, durante el Desayuno con la Misión Mexicana de Ayuda Humanitaria que viajó a la República de Haití, que tuvo lugar en la Escalinata de la Casa Miguel Alemán de la Residencia Oficial.

Qué tal, amigas y amigos.

Muy buenos días.

Excelentísimo señor Robert Manuel, Embajador de Haití en México. Bienvenido.
Señor licenciado Daniel Goñi Díaz, Presidente Nacional de la Cruz Roja.

Comandante Jaime Alberto Moreno Cacho, Director de la Unidad Estatal de Protección Civil de Jalisco.

Estimados colaboradores del Gabinete de Seguridad.

Distinguidos invitados, integrantes de la Mesa de Honor.

Amigas y amigos:

Sean todos muy bienvenidos a Los Pinos, que es la casa de todos los mexicanos. En verdad, me da mucho gusto reunirme con ustedes, especialmente para agradecer, para reconocer, a nombre del pueblo de México, su invaluable ayuda en las labores de rescate en la hermana República de Haití.

Su valor y su compromiso nos han llenado de orgullo a todos los mexicanos, porque cuando se trató de ayudar al prójimo, cuando se trata de eso, de ayudar a los vecinos y a los hermanos haitianos, ustedes levantaron la mano para decir: Yo voy, yo quiero estar ahí para salvar vidas.

La Misión Mexicana fue una de las primeras misiones en llegar a Haití. Participaron en las labores de rescate, buscando sobrevivientes en los escombros, entre lo que fueron, entonces, casas, edificios, ahora totalmente destruidos.

Estuvieron, como dijo Jaime Alberto Moreno, en el Palacio Presidencial, la Catedral de Puerto Príncipe. Constatamos que a pesar de que, incluso, llegó un momento en que la labor de rescate de víctimas había sido suspendida o se había dicho que se suspendiera, tres días después del sismo, todavía rescatistas mexicanos sacaron con vida de los escombros, después de 10, 12 días de haber ocurrido el sismo, a haitianos.

Y esas 16 vidas que esta Misión, en concreto, salvó, estoy seguro, que son vidas que nunca olvidarán el momento en que fueron rescatados, como muchos que salieron de los escombros.

Una de las imágenes más tristes, más devastadoras de este Siglo XXI, en lo que va de él, estoy seguro, en esta década, han sido seguramente las imágenes venidas de Haití, de la tragedia, del terremoto, de las casas destruidas, de los cadáveres en las calles.

Paradójicamente, al mismo tiempo, para mí una de las imágenes más alentadoras en esta sociedad de la información, en esta sociedad dominada por lo visual, fue, insisto, paradójicamente, la imagen de un niño que fue rescatado varios días, no sé cuántos, si 12 o 15 días después del sismo, con vida; que además al salir y al recobrar un poco el sentido de lo que estaba ocurriendo, todavía pudo estirar los brazos, como en un gran abrazo a la vida y a la esperanza.

Yo pienso que esa imagen debiera ser la imagen, el señuelo, el emblema que impulsara a los hombres, no sólo a superar la adversidad contra toda esperanza, porque qué esperanza podría haber tenido aquel niño después de estar a oscuras, enterrado varios días después de este sismo, y sin comer, sin beber, milagrosamente salva la vida; y sin embargo, se aferra a ella y finalmente es rescatado.

Yo creo que esa imagen de esperanza es la que tiene que llenar, desde luego, los corazones de la gente, de las familias, de los pueblos, aún o especialmente a quienes tienen más sufrimiento y, desde luego, llenar el corazón de los gobiernos y, qué duda cabe, de los rescatistas que arriesgan la vida propia, buscando salvar la de los demás.

El auxilio que ustedes brindaron, amigas y amigos, fue esencial para darle apoyo médico a los haitianos que más lo necesitaban, a quienes habían sobrevivido al terremoto, pero aún se debatían entre la vida y la muerte; y sé que un medicamento, una operación, una consulta médica, fueron la diferencia para muchos, muchos haitianos.

Haití es una Nación que lo perdió todo de la noche a la mañana, un pueblo que ya era de suyo el más pobre del Continente. Y al terror del terremoto, se sumó la falta de comida, la falta de agua, la falta de lo más indispensable para vivir.

Pero al llevar y entregar miles de toneladas de ayuda humanitaria, de alimentos, medicinas, de agua, ustedes lograron que muchísimas familias haitianas, miles, pudieran superar ese momento crítico y no sólo sobrevivir, sino tener esperanza de reconstruir plenamente su vida.

Sé que su trabajo profesional se sustentó fundamentalmente en la solidaridad, en la fraternidad y en la vocación de servicio. Por eso, ustedes y todos los mexicanos que participan en labores de rescate, que participaron, en este caso, en la labor de rescate en Haití, son héroes; y como héroes, México hoy los reconoce por mi conducto.

Por ello, quiero expresarles la más sincera felicitación a todos los que participaron en esta Misión Humanitaria. Desde luego, a los Voluntarios de la Cruz Roja Mexicana, algunos de ellos aquí representados; al personal de nuestras Fuerzas Armadas, tanto del Ejército como de la Marina; de las distintas Secretarías de Estado; de la Policía Federal; del Instituto Mexicano del Seguro Social, de las diversas Unidades de Protección Civil a nivel nacional y a nivel de cada de una de las entidades federativas; de Emergencias Médicas del Distrito Federal, del Estado de México, del Estado de Jalisco y del Estado de Nayarit.

A los miembros de la Organización de las Naciones Unidas con sede en México. Por cierto, muchos mexicanos fallecieron en la propia, algunos en la sede de las Naciones Unidas en Haití, otros en Puerto Príncipe. A empresas como Ingenieros Civiles Asociados, ICA; Banamex, en fin. Muchas otras que participaron, el Grupo CARSO y otros, en la ayuda humanitaria de manera masiva.

Hay compañeros suyos, de la Secretaría de la Defensa y de la Marina, así como de la Secretaría de Gobernación, en el área de Protección Civil del Gobierno Federal, que estuvieron en Haití, y hoy deberían estar con nosotros, pero han viajado a Chile, precisamente, para ayudar también a aquel país hermano, que también ha sufrido un terremoto.

También aquí recuerdo, y saludo con afecto, a Los Topos mexicanos que estuvieron en Haití también, algunos siguen allá y otros también han viajado al pueblo de Chile.

El enorme esfuerzo que todos ustedes han hecho, los hace acreedores del reconocimiento del pueblo mexicano y de nuestra admiración y, estoy seguro también, del pueblo de Haití.

Porque estas labores, de suyo muy valiosas, tuvieron que hacerse en condiciones sumamente adversas. Y aún en esas condiciones, fueron capaces de superar las fatigas, las incomodidades, las carencias y el peligro.

Así que su trabajo es doblemente meritorio. Pone muy en alto el nombre de nuestro país, y pone muy en alto los valores de servicio o de fraternidad tan, tan necesarios en nuestra sociedad.

Desde el 12 de enero, día en que ocurrió este fatídico terremoto, las mexicanas y los mexicanos expresamos y refrendamos con hechos nuestro compromiso solidario con Haití, porque frente a la mayor tragedia de nuestros hermanos haitianos, tendimos nuestras manos para ayudarlos con lo que pudimos y cuando más lo necesitaron.

Hay que recordar, amigas y amigos, que en total las Fuerzas Armadas han transportado, por mar o por aire, más de siete mil 500 toneladas de alimentos, medicinas y agua. Si esta cifra se suma a la ayuda recolectada que está, parte en bodegas esperando ser enviada, parte ya en varios barcos, algunos de ellos en curso hacia Haití; dos ya anclados en la Bahía de Puerto Príncipe y esperando ser descargados. Son casi 16 mil toneladas de ayuda. Una cifra histórica en la solidaridad mostrada por México hacia otros países.

Para darnos una idea. Son más de cinco kilos de ayuda por cada damnificado de Puerto Príncipe o, incluso, si se considera a toda la población haitiana, damnificada o no, estaríamos hablando de más de un kilo y medio de ayuda por cada haitiano.

Quiero además, amigas y amigos, comentarles que esta ayuda seguirá fluyendo. Hoy zarpa del Puerto de Coatzacoalcos, en Veracruz, rumbo Haití, nuevamente, el Buque Zapoteco con alrededor de 160 toneladas más de ayuda.

Este buque lleva la primera parte de un compromiso que asumí personalmente con el Presidente Préval en la Cumbre de América Latina y el Caribe, y que me expresaba él, con profundo pesar, que casi un millón de personas están durmiendo en la calle en Haití; un millón de personas sin techo, un millón de personas literalmente durmiendo en lo que queda de las calles de Puerto Príncipe.

Y que la ayuda más urgente, comentaba él, era precisamente la de conseguirles un techo, así fuese provisional, a este millón de personas a través, por ejemplo, decía él, que tendría que conseguir en el mundo 200 mil tiendas de campaña, para poder por lo menos darles un abrigo provisional.

Yo me comprometí a nombre de los mexicanos, con el Presidente Préval, a conseguir por lo menos 50 mil tiendas de campaña, por lo menos la cuarta parte de las que necesitan, para ayudar a esas familias haitianas.

Y les comparto que hoy zarpa el Zapoteco con las primeras 10 mil tiendas de campaña comprometidas por México, y vamos a conseguir las 50 mil que nos hemos comprometido, para poderlas mandar a Haití en el curso de las próximas semanas.

Yo quiero aprovechar la presencia de nuestro amigo Daniel Goñi, Presidente de la Cruz Roja Mexicana, y de los voluntarios aquí presentes, del General Secretario y del Almirante Secretario, tanto de la Defensa como de Marina; así como el Secretario de Gobernación y de la Dirección de Protección Civil, para pedirles que organicemos una Campaña de Recolección de Tiendas de Campaña de las Familias Mexicanas.

Nosotros, en el Gobierno de México, ya estamos consiguiendo en todo el mundo todas las tiendas de campaña que podemos para mandarlas a Haití, señor Embajador. Cumpliremos nuestro compromiso.

Pero yo estimo que hay muchas familias mexicanas que alguna vez o hemos tenido una afición por el campismo o alguna vez hemos acampado con nuestros hijos, y tenemos ahí en algún clóset una tienda de campaña, esperando poder usarla en alguna ocasión.

Yo quiero pedirle a las familias mexicanas que a través de la Cruz Roja, de la Defensa, de la Marina o de las Unidades de Protección Civil, llevemos esa tienda de campaña, que la limpiemos, que la doblemos bien, que nos aseguremos de que funcione, de que tenga todas las estacas, en fin, de que cuente con todo el material para ser usado; y que se recolecte a través de la Cruz Roja Mexicana.

Ya habrá otra ocasión en que la podremos reponer para nosotros mismos. Pero si recolectamos las casas de campaña de las familias mexicanas, yo estoy seguro que podremos colectar cientos, si no miles, que equivalen a cientos o miles de familias, que para ellos será una enorme diferencia seguir durmiendo a pleno sol o en el frío de la noche, en la calle, a dormir en una tienda de campaña, como lo está planteando el Presidente Préval.

Sé que necesitamos después construir viviendas, también participaremos con Haití. Sé que necesitaremos hacer desarrollos, quizá, veremos cómo ayudamos; pero ahora la urgencia es darle un techo, así sea provisional, a los haitianos. México dará las 50 mil tiendas de campaña que se han comprometido. Hoy salen las primeras 10 mil de esas 50 mil, e invito al pueblo de México a donar su tienda de campaña, a buscarla y entregarla a la Cruz Roja, a las Unidades de Protección Civil o a las Comandancias tanto del Ejército, como de la Marina.

También quiero decirle, señor Embajador, que nos comprometimos con el Presidente Préval a hacerle llegar, a nombre del pueblo de México, un donativo de cinco millones de dólares directamente al Gobierno haitiano. Ya tiene esa instrucción el Secretario de Hacienda, que ha explorado los mecanismos, y una vez que tengamos la claridad, la instrucción de hacia dónde debemos remitir ese dinero, el Gobierno haitiano contará con esta ayuda de emergencia inmediata a nombre de los mexicanos.

Haití sigue necesitando nuestra ayuda y México seguirá estando incondicionalmente con Haití. El terremoto destrozó a familias enteras, separó a otras más, y para aliviar el dolor de muchas familias haitianas hemos otorgado, también, visas humanitarias y todos los medios necesarios para que puedan reunirse, los haitianos que tengan familia aquí, en México, que puedan reunirse con ella aquí, en nuestro México.

El nuestro es un país que se ha distinguido por su solidaridad y que siempre ha abierto las puertas a quien más las necesita en el mundo.

Sabemos que pasará mucho tiempo para que nuestros hermanos haitianos superen esta tragedia, pero también sé que la generosidad de las mexicanas y los mexicanos estará ahí presente y sabremos, estaremos para acompañarlos en las etapas de recuperación y de reconstrucción. Como representante de un pueblo solidario, el Gobierno de México mantendrá su apoyo a Haití.

Otra Nación hermana, Chile, fue recientemente sacudida por un temblor de 8.8 grados en la escala de Richter, incluso más severo, en la escala, del que se presentó en Haití. Uno de los terremotos más fuertes de los que se tenga registro. México sabe lo que significa esta tragedia, porque la hemos vivido en carne propia y, por eso, también estamos y estaremos con los chilenos en esta hora difícil.

Los mexicanos reiteramos nuestro mensaje de solidaridad y condolencia con el hermano pueblo de Chile y, a pesar de que la distancia nos impone severas restricciones para ayudar de manera tan directa, como lo hemos hecho en Haití, estamos buscando todos los medios para hacerle llegar la ayuda del pueblo de México.

He ofrecido a la Presidenta Michelle Bachelet todo el apoyo que se requiera para que ese gran país, que es Chile, se recupere lo más pronto posible. Hemos enviado ya los primeros equipos de colaboración y de rescate, y hemos realizado, además, operaciones para que puedan, tanto ser enviados a Chile los chilenos que estaban en México en el momento de la tragedia, como para que puedan ser retornados a México los mexicanos que se encontraban en aquella Nación.

Estaremos muy atentos de lo que los chilenos necesiten y, como ustedes mismos lo han demostrado, estaremos listos siempre para apoyar a nuestros pueblos hermanos. El Gobierno de México ofrece a Chile y a Haití su apoyo total.

Desde el sismo de 1985, cuando uno similar al que ocurrió en Puerto Príncipe, sacudió y destruyó una parte de la Ciudad de México, nuestro país comenzó a avanzar no sólo hacia un Sistema de Protección Civil, sino también hacia una vigorosa participación solidaria de la ciudadanía.

Ustedes, amigas y amigos voluntarios; ustedes, amigas y amigos servidores públicos, son el corazón de la Protección Civil, son un sólido corazón que late por los demás, y por eso tenemos en ustedes, y en nuestra sociedad una garantía para un Sistema de Protección Civil fuerte.

Sin embargo, las tragedias de Haití y de Chile, y aún las que, siendo menores a aquellas también han marcado a la gente que las sufre, por el dolor, aquí mismo, en México, como las recientes inundaciones o derrumbes en el Estado de México y en Michoacán, nos recuerdan lo frágiles y vulnerables que somos ante la naturaleza, particularmente ahora, que la humanidad ha alterado el clima en el mundo y provoca la exacerbación, lo mismo de sequías, que de huracanes o que inundaciones.

Estoy convencido de que es indispensable que revisemos nuevamente nuestro Sistema de Protección Civil, que revisemos nuevamente los protocolos que cuidadosamente hemos diseñado, que construyamos nuevamente los escenarios en los cuales México pudiera ser afectado por alguna catástrofe natural.

Que esperamos y deseamos que nunca suceda, pero aunque es imposible para nosotros evitarlo, sí es posible para todos prevenirlo y estar preparados para hacer frente a las circunstancias que de esas catástrofes derivan.

Poder organizar a la población, poder recordar las medidas elementales de seguridad a tomar en el caso de un sismo, un terremoto o una posible inundación. Tener a la mano los documentos personales, saber cuáles son las zonas y sitios seguros en las escuelas y en los hospitales. Verificar la estructura y la ingeniería de nuestras edificaciones.

Preparar a la población en la disciplina y coordinación que requiere hacerle frente a un desastre natural. Tener la organización suficiente de reacción y unidad de mando para enfrentar las tensiones sociales que se generan en la sociedad civil, la desprotección de las familias, la desprotección de las viviendas, como hemos visto en el caso tanto de Haití, como de Chile.

Quiero invitarlos a que entre todos fortalezcamos nuestro Sistema de Protección Civil: que nos enorgullezcamos, sí, de que tenemos un Sistema de Protección Civil construido desde la sociedad a partir del sismo de 85 y que avanza día con día para convertirse en uno de los más experimentados de la región, como ha quedado demostrado en el caso de Haití, pero que a la vez nos preparemos para nuevos desafíos y nuevos retos.

Amigas y amigos.

México es un pueblo hermano, México es un pueblo solidario hacia el exterior y también al interior de nuestro país. Gracias a esta solidaridad hemos superado muchas, muchas adversidades y tragedias que se han presentado en nuestro querido México.

Gente muy valiosa, como ustedes, ha estado apoyando en todo lo necesario para garantizar la salud y la seguridad de las familias que han sufrido una tragedia desde hace mucho tiempo o aún en las semanas y días recientes.

Uniendo esfuerzos, los mexicanos hemos sido capaces de sobreponernos a guerras, a desastres naturales, a crisis económicas, a epidemias, a muchas otras pruebas, y sé que muy pronto superaremos esta situación que se presentó en los estados de México y Michoacán, y que todavía afecta a muchas familias.

Trabajando juntos: la sociedad, los tres órdenes de Gobierno, los tres Poderes, podremos vencer cualquier desafío, por difícil que parezca. Ustedes son ejemplo de cómo el esfuerzo y el coraje logran vencer cualquier adversidad.

Nuevamente, felicidades por su valioso trabajo en Haití. Y muchísimas gracias por el servicio que prestan a los demás. Los Pinos